"Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista." Michael Levine
Es común que a los padres se les tenga en un altar, que
creamos son lo más sagrado, valioso e intocable que tenemos y que jamás se les
debe de juzgar ni hablar negativamente de ellos. Incluso es difícil que muchas
personas reconozcan o acepten los defectos o errores de los padres, simplemente
porque a ellos "les debemos la vida" y juzgarles significa todo un
sacrilegio. Pero nos guste o no, algunos padres van errando
toda su vida, y por errar no me refiero al día en que se te olvidó poner el lunch
en la mochila de tu hijo, o la mañana que no alcanzaste a llegar al festival
escolar, ni a ese grito desesperado que un día te salió desde lo más profundo
de tu alma, es más, ni siquiera a esa nalgada que aun en contra de tu voluntad
se te escapo, ni a la casa que perdió su impecabilidad, ni a la vez que dejaste
el suéter, la mamila, o el pañal olvidados, ni a los días que el bebé se te
rozó o se te cayó, esos son errores no intencionales, de los cuales, como humanos propensos a equivocarnos, nos es difícil escapar. Lamentablemente hay padres que rompen con todo protocolo, a los cuales simplemente parece que eso de la paternidad no se les da y que no traen impreso el instinto materno/paterno. Padres que no sólo golpean, maltratan o insultan, también abandonan, padres controladores que asfixian, sobreprotegen, cuartan la libertad e incapacitan a los hijos para vivir su propia vida y padres abusivos que ven el hecho de procrear como una cuestión de inversión a largo plazo y terminan convirtiéndose en un lastre que opaca la felicidad de los hijos.
¿Cuántos casos cercanos no han presenciado? Y que trabajo nos da a los hijos aceptar que algo no anda bien, peor aún, que trabajo nos cuesta decirlo. Pero el precio de callarlo y soportar a los padres, aún cuando nos hemos dado cuenta de lo que son, podría salir muy caro.
Walter Riso, en su libro llamado "Sabiduría emocional", hace una breve referencia al caso de una de sus pacientes, quien por años sufrió el constante rechazo de su madre, que siempre la desaprobaba y menospreciaba. Para la mujer la situación era causa de angustia y depresiones, pero era incapaz de expresarle a su madre el daño que le ocasionaba, pues sentía que eso representaba ponerse en su contra y desafiarla. Sin embargo, no había más solución, tenía que decirlo, ponerle un alto a su mamá o alejarse de ella. Cuando al fin se atrevió a hablar, sintió un gran alivio y se quito un gran peso de encima.1
Alice Miller en su libro "El cuerpo nunca miente" asegura que el callar y reprimir los maltratos de los padres puede causar daños en la salud del hombre. Ella expone cómo el famoso cuarto mandamiento "honrarás a tu padre y a tu madre" puede convertirse en un arma letal para quien ha tenido el infortunio de no tener unos buenos padres. Y además, con tantos sentimientos reprimidos e historias de maltrato es probable que creemos una cadena, la cual no se romperá hasta que seamos capaces de reconocer lo que nos afecta y hablar sobre ello, liberando nuestras emociones.
...Una madre que admita -que debido a las carencias sufridas en su infancia- es incapaz, por mucho que se esfuerce, de amar a su hijo, se le tachará de inmoral cuando trate de articular su verdad. Pero yo creo que es precisamente el reconocimiento de sus sentimientos reales, lo que le permitirá ayudarse de verdad a sí misma y a su hijo, y así romper el circulo del autoengaño.2
Para concluir, es necesario ser conscientes y muy honestos cuando miramos en retrospectiva. Saber reconocer lo que han sido o lo que no han sido nuestros padres, no es un pecado, y si encontramos que nuestra infancia no ha sido la más dulce y color de rosa, debemos hablarlo, limpiar nuestro pasado y si es necesario, buscar ayuda, para no crear un circulo vicioso que afectará a futuras generaciones.
1.RISO, Walter. Sabiduría emocional: Un reencuentro con las fuentes naturales de bienestar y la salud emocional. Océano; 2012.
2. Miller, Alice. El cuerpo nunca miente. España: Ensayo Tus Quets; 2004.
1 comentarios:
Bien, qué difícil que como padres entendamos y asimilemos nuestros errores en función de lo que vivimos cuando niños, incluso jóvenes, pero es una misión que da gran sentido autocrítico y mejores decisiones con respecto a nuestros niños. Necesitamos estar en paz con nosotros para educar mucho mejor. A mi parecer, se padezca o no una crisis, siempre es bueno pedir consejos, ayuda, o ir a terapia; da mejores y más ideas sobre nosotros y sobre nuestros críos.
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